La Gran Muralla es una de las mayores obras de ingeniería de la historia, y su construcción es un testimonio del ingenio y la perseverancia del pueblo chino. Su construcción comenzó en el siglo V antes de cristo durante la dinastía Zhou, cuando las diversas ciudades-estado que conformaban China empezaron a construir muros defensivos para protegerse de las incursiones de los pueblos nómadas del norte.
Esclavitud durante la construcción
La construcción de la Gran Muralla implicó un enorme esfuerzo humano. Según los registros históricos, se estima que más de un millón de trabajadores fueron empleados en la construcción de la Gran Muralla durante el período de la dinastía Qin. Los trabajadores eran principalmente campesinos y soldados, quienes trabajaban largas horas bajo condiciones extremadamente difíciles. Muchos de ellos murieron durante la construcción debido a enfermedades, accidentes y deshidratación.
De dinastía en dinastía
A pesar de las dificultades, la construcción de la Gran Muralla continuó durante las dinastías Han (206 a.C. – 220 d.C.), Sui (581-618), Tang (618-907) y Ming (1368-1644). Cada dinastía construyó su propia sección de la muralla, ampliándola y fortificándola aún más. Durante la dinastía Ming, la Gran Muralla alcanzó su tamaño actual, y se convirtió en una estructura imponente que se extendía a lo largo de la frontera norte de China.
¿Cómo se construyó?
La construcción de la Gran Muralla se llevó a cabo utilizando técnicas y materiales innovadores para la época. Los muros eran construidos con una mezcla de tierra, arcilla y paja, y se construían en secciones de varios metros de largo. Estas secciones se conectaban entre sí mediante una serie de torres de vigilancia, que también servían como refugios para los soldados. La muralla también estaba equipada con trampas, pozos y otras medidas defensivas para evitar que los invasores la cruzaran.
Hoy en día, la Gran Muralla sigue siendo una de las atracciones turísticas más populares de China, y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A pesar de los siglos de erosión y destrucción, gran parte de la muralla sigue en pie y ha sido restaurada para su conservación. La Gran Muralla es un testamento a la creatividad y el ingenio humano, y un recordatorio de la importancia de proteger nuestras fronteras y nuestra cultura.